Resumen

Trabajar en sistemas de gestión implica desafíos constantes, y muchas veces enfrentamos dilemas que nos hacen sentir sobrecargados. ¿Te suenan familiares estas situaciones?

📌 Fin de año: Se acerca la revisión por la dirección, pero las áreas responsables no envían la información a tiempo. Todo llega el día anterior al reporte, dejando apenas margen para procesarlo.
📌 Inicio de mes: Necesitás actualizar los indicadores del mes anterior, pero los datos no llegan. ¿El resultado? Correr contra el reloj justo antes de la presentación.
📌 Reuniones clave: Convocás un análisis de no conformidades, pero los involucrados no asisten. Con suerte, te llega un correo diciendo que están “implementando acciones correctivas”. 😅
¿Te pasó alguna vez? No estás solo.

Un sistema de gestión efectivo no debería recaer en una sola persona, sino distribuirse entre todos los responsables. Para alcanzar esa autonomía, se necesitan dos elementos fundamntales:
1️⃣ Formación: Brindar a cada área las herramientas necesarias para gestionar sus procesos.
2️⃣ Compromiso de la dirección: Es crucial que la alta gerencia refuerce el mensaje de que cada uno debe asumir su rol y responsabilidades.

💡 El siguiente paso: aprender a soltar.
Es fácil caer en la tentación de controlar todo para evitar incumplimientos. Pero, ¿a qué costo? Cuando asumimos tareas ajenas, perpetuamos una dinámica en la que los errores se repiten y las responsabilidades no se reparten.

👉 ¿Y si dejamos que las consecuencias ocurran? Los retrasos en indicadores, hallazgos repetidos y errores son valiosas oportunidades de aprendizaje. Al enfrentarse a las consecuencias, las áreas responsables comienzan a comprender la importancia de cumplir con lo que les corresponde.

⚡ Un sistema de gestión exitoso es aquel en el que las responsabilidades están claras y compartidas.
No sos el único responsable, sos un facilitador del cambio y el aprendizaje.